Ultimamente me agrada la idea de ir al supermercado y observar lo que ahí se lleva a cabo de manera cotidiana. Y me agrada la idea, porque hace algunos meses desperté con ciertas inquietudes, de esas que no te dejan durante días o quizás más tiempo. El caso es que me encontraba un día comprando diversos artículos en compañía de mi familia, iba de pasillo en pasillo hasta que me detuve en la zona de los detergentes - manía que tengo desde niño por los olores que ahí se localizan -, atravesé el pasillo dos veces para mantener esa sensación de la niñez que aún me sigue gustando. Minutos después me encontraba caminando por otra zona del laberinto de productos con preguntas que albergaba en mi cabeza, en ese instante, me quedé al inicio del corredor y me dí a la tarea de observar a las personas que ahí se concentraban para dar forma a los pensamientos que se hospedaban en mi cabeza.
Deambulaba observando a la gente y me preguntaba ¿Por qué dentro de una diversidad de posibles rutas,tendemos a tomar las mismas de siempre?, y si no las mismas, ¿Por qué todo se vuelve a presentar casi de la misma forma como lo hemos vivido y sentido?, - a unos metros de mí - un niño decidía que tipo de galletas llevar, inmerso en la disyuntiva de lo ya conocido ó lo que su madre le mostraba con otra caja. ¿Qué camino tomar? me puse en el lugar del niño, tal vez me resguarde en lo conocido por temor a equivocarme y llevarme un mal sabor de boca, pero ¿Si las otras galletas saben mejor?.
La vida es así, un corredor lleno de múltiples productos, sensaciones, momentos, sabores, experiencias que nos llevan de un lugar a otro. Lo desconcertante en ocasiones es que por lapsos de tiempo indefinido, tenemos ante nosotros un mar de opciones - unas más llamativas que otras - las cuales, cada quien por propias intuiciones no toma y escojemos lo que ya conocemos; o en su defecto tomamos otro producto y con el paso del tiempo se va tornando en lo que ya conociamos dejándonos como al principio de aquel descubrimiento o más confundidos aún.
Por eso me gusta ir al centro comercial, porque cada vez que estoy ahí y con quien vaya, doy inicio a mis pequeñas observaciones en los rostros de la gente que está pensativa en lo que va a tomar y llevarse a casa. Me gusta hacerme la idea de que están escogiendo el rumbo de sus vidas, me gusta pensar por ellos cuando toman un producto diferente al acostumbrado creyendo que va a cambiar el curso de su destino a sabiendas que en un lapso determinado de tiempo se hartarán del mismo y buscarán algo más, que los haga sentir nuevos otra vez. Es como pasar por cada pasillo, deleitarse con el mar de colores y sabores, escoger - dejar, equivocarse - acertar, soñar - despertar, reir y llorar el enigma de la cosas que nos va llevando de un corredor a otro, tratando de decifrar el acertijo de la vida misma y pareciera en ocasiones el " Eterno retorno" del buen Nietzsche.
3 comentarios:
Antes que nada darte las gracias por tus felicitaciones, amigo en la distancia. ¡Viva México siempre, por cierto!
Tremendamente bueno tu texto, porque basándote en lo cotidiano, en la sencillez, en un simple Supermercado, haces unas reflexiones muy interesantes.
La niñez, esa patria eterna; el poder elegir; las rutinas de cada día. Lentamente tus palabras nos van desgranando pensamientos que todos llevamos con nosotros.
A mí al menos me hiciste pensar con tu escrito y eso, en los tiempos que corren, siempre es de agradecer.
Te mantendré en mi retina, compañero al otro lado del océano y un abrazo enorme.
La vida del escritor es eso mi buen amigo piper... son observadores de la realidad. Una raza destinada a contar las historias más simples y más complejas de la vida. Por eso, cualquier camino que elijas, siempre será una historia para ti.
Abraz y muy bueno el texto.
las rutinas... la mia es igual a la tuya, tengo una fijacion con los olores de los detergentes y suavizantes... lo he decidido, escribes asi... como...asi...hemm...como...mmm eso!!se entendió? te atare a mi blog aunque no tenga tu permiso.
Besos friolentos y congeladisimos!!!
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