-¿Por qué estás temblando cabestro?
- Pues porque no se a dónde me llevan.
- Tranquilo cabestro, vamos a una de las celebraciones más imbéciles de toda la historia.
- Ahh Si!!, y ¿de qué trata la celebración? si me puedes explicar compañero, porque no entiendo nada...
- Pues vamos a Pamplona a la fiesta en honor a San Fermín, el primer obispo de Amiens.
- Pues disculpa mi ignorancia pero no entiendo de qué me hablas.
- No te preocupes cabestro, porque toda la gente que llega a la fiesta popular ni sabe realmente por qué está ahí, sólo les interesa el lanzamiento del chupinazo y correr como perennes a unos metros de nosotros...
- ¿Cómo dices?, ¡vamos a correr atrás de los hombres! ¿Para qué?...
- Pues nosotros somos parte del encierro, el cual es una carrerita próxima a un kilómetro y que debemos cruzar con nuestro aire de ferocidad llevándonos entre las patas a los valientes - más bien imbéciles - que en ella se atreven a correr como tratando de probar algo y realmente no sé bien qué; pero ya sabes cómo es el ser humano para este tipo de celebraciones patrioteras que no caen más que en la futilidad de su condición, cuestión que nosotros los animales no debemos reprobar debido a que carecemos de inteligencia y sentido común...
- A qué cosas amigo toro, oye y ¿podemos dejarle ir el pitón al que se atraviese?
- ¡Claro mi cabestrito!, de eso se trata esto. Ellos (los valientotes) corriendo desafian nuestra ferocidad que yo la traduciría a nerviosismo, miedo y desesperación ante la algarabia de los que se congregan. Y nosotros -creen ellos- tratando de alcanzarles para lastimarlos, cuestión que invariablemente ocurre debido a su falta de criterio al querer competir con menos peso y destreza.
- El año pasado cabestrito, me llevé entre las patas a dos extranjeros pero sin mala gana, lo que pasa es que se tropezaron entre el alboroto y no tuve más remedio que pisarles a los dos que gritaron como gata en celo una noche cualquiera. Por eso estoy de nuevo por acá, debido a mi aire de salvajismo desmedido lo cual goza mucho el espectador sanguinario de estas fiestas que forman parte de una cultura -lo cual dista mucho de eso-, pero los estudiosos dicen que así es y así será por los siglos de los siglos amén - no olvidemos que es fiesta religiosa-.
-¿Extranjeros? !!!a poco es muy famosa esta calebración!!!
- Claro cabestrito, imagínate que Ernest Hemingway en un libro que redacto por ahí, dio mucha fama a esta pretención colectiva. Pero con los tiempos, los medios de comunicación han llevado nuestro festival a casi todo el mundo (llevándose a cabo miles de imitaciones más por el resto del planeta, pero ninguna como la nuestra). Así pues, el morbo y el mal gastar el dinero hacen que los extranjeritos vengan a darse un baño culturoso a nuestras tierras y una que otra cornada para que regresen con buenos recuerditos a sus países proclamando que han viajado a lo extremo.
- No pues qué te puedo decir torito, la verdad es que me siento muy nervioso, confundido y temo por mi seguridad. Pero si es como tú dices, pues arremeteré contra una que otra persona para elevar la emoción de los otros animales - perdón de los espectadores -.
- Así debe de ser mi cabestrito, ya vas aprendiendo de los placeres bestiales que gustan a los hombres de todos los tiempos y en los cuales quedamos como villanos nosotros los animales sin sentido común, a lo cual no podemos defendernos y mucho menos opinar...
- En unos minutos cuando termine esta carrera, te contaré de una fiesta mucho más patética y sanguinaria.
- Ahh si, ¿cómo se llama?
- Pues le dicen la fiesta brava y se me hace uno de los actos más despiadados y pretenciosamente imbécil por parte de los practicantes y seguido obvio por la pendejez de los que le llegan a llamar "arte taurino". Pero eso te lo platico al rato cabestrito porque ya me enojó hablar de tanta idiotez humana, ya ni sé quién es el animal en estos tiempos y pues !!épale!! llego la hora de correr y embriagar el estrenduoso humor de los animales - perdón, de los señores con paliacate rojo - que están esperando nuestra aparición. Dale mi cabestrito, llegó la hora y arremétele el pitón al que se te ponga enfrente... Viva la Fiesta de la irreverencia!!!