Rutina




5:30 a.m. Suena el despertador, abre los ojos, voltea a su izquierda y entre la oscuridad observa el cuerpo muy conocido de su compañera. No encuentra motivos realmente substanciales para incorporarse ese lunes por la mañana, se siente aún cansado - lleva varias semanas con la misma sintomatología-, ni hablar, se dice para consigo y se levanta del lecho aún tibio por su estadía varias horas atrás. Se mira al espejo, la imagen que refleja no le agrada del todo, toma el cepillo de dientes y empieza con el acto de limpieza como cada mañana: coloca sólo en la mitad de las cerdas la pasta, cepilla con rara singularidad sus dientes, enjuaga los mismos, enjuaga su rostro, una a una va posándose en el suelo la ropa que lleva puesta, se introduce en la regadera, abre la llave y espera en la esquina como ratón asustado a que el agua se torne caliente, se enjuaga, coloca jabón en su cabello y cuerpo, enjuaga, repite la operación y se consuma el acto secándose al salir de la ducha. Camina al closet, selecciona la ropa que llevará puesta, regresa a la orilla de la cama y da inicio a colocar sigilosamente cada una de las mencionadas, con el fin de no despertar a la que se encuentra aún dormida.
5:50 a.m. Camina hacia la cocina, calienta el café, enciende un cigarro y se sienta a contemplar como cada mañana la sala de su casa, los muebles, el televisor, la alfombra, la escultura que tanto le desagarada - producto de un presente por parte de su suegro años atrás -, las cortinas con una pequeña tonalidad amarillenta por el paso del tiempo y la falta de higiene, el cuadro de recién casados - el cual prometía una escena diferente a su vida actual, por los destellos que emanan esas miradas -, contempla con aire de desolación sentado en la cocina, sirve su café y lo bebe poco a poco mientras enciende el segundo cigarro, termina el ritual, toma las llaves del auto, se asoma a la calle después de haber transcurrido 25 pasos de la puerta a la acera.
6:15 a.m. Ya ha amanecido, entra en su vehículo, pasa la franela por el parabrisas para desvanecer los restos de una noche fría, enciende el auto, el sonido no es muy grato ¿por qué sonará así? se cuestiona a sabiendas de la respuesta - es el mismo auto que le ragaló su padre al cumplir 24 años -. Comienza a circular por las calles de la ciudad que lo llevarán al trabajo, se torna el semáforo en rojo y compra el periódico, mira el encabezado, lo mismo de todos los días, nada digno de leerse; opta por sacar algo de los beatles de la guantera, semáforo en verde, sigue avanzando por diferentes avenidas al ritmo de here comes the sun que es lo único que ultimamente le da un poco de sentido a su vida dentro de la locura de la ciudad.
6:50 a.m. Finalmente llega al trabajo produciéndole un mal humor. Entra al estacionamiento, deja su vehículo en el lugar de costumbre, los pasos lo llevan al vestíbulo en donde se encuentra la máquina de café, deposita algunas monedas para esperar el preciado líquido. Se introduce en el elevador en compañía de personas que ve todos los días, saluda indiferente a los demás y se concentra en sú café.
Llega a su escritorio que se encuentra junto a la ventana que le ofrece un cielo esperanzador esa mañana, revisa sus pendientes y comienza a laborar de una manera casi robótica entre el engranaje de personas que ahí trabajan. Llegan oficios que hay que revisar para su autorización aunado a todo el marco burocrático previo a la firma del líder de la oficina, el cual no tiene más allá de una maestría en mercadotecnia, publicidad o finanzas realmente no recuerda y no le interesa debido a que sabe de antemano que son conocimientos que bien se pueden aprender por propia mano en casa o en los tiempos libres.
9:45 a.m. Termina algunos detalles de un informe que debe de entregar ese mismo día por la tarde. Voltea a su alrededor y observa a los compañeros de trabajo parlando acerca del fin de semana, criticando severamente como estrategas al fut-bol, otros hablando de la consumación del acto sexual con alguna aventura llevada a cabo el sábado por la noche (producto de la presión colectiva de oficina), mientras su esposa y familia dormían en casa, unos más hablando mal a las espaldas de otros, algunos recibiendo la reputación que tanto esperan en sus vacias vidas por la compra del carro del año, y el resto quien sabe en qué estará pensando. Observando todo este panorama desolador en el que encuentra lo mismo de lo mismo desde hace 5 años, decide salir de la oficina a fumar otro cigarrillo, mientras va introduciendo más tóxina a sus pulmones se pregunta ¿en qué momento perdió la ruta que se había trazado años atrás?¿Será que se equivoco de profesión?¿necesitará unas vacaciones pronto?...
12:20 p.m. Recibe un llamado de su jefe, acto seguido, se encuentra en la magna oficina contemplando cuadros de los ilustres dirigentes del gobierno, a los que hay que venerar a pesar de las injusticias y la doble moral con la que dirigen sus ideas, porque de no ser así, es muy probable que pierda el trabajo que tantos dolores de cabeza le provocó obtener. Recibe una reseña breve de su desempeño en los últimos meses, muy elocuente por cierto, se le muestra las necesidades y proyectos que hay que cubrir en un corto plazo; asiente con la cabeza y emprende la retirada, pero antes de abrir el portal, lo regresa al banquillo un favor por parte de su jefe, el cual consiste en preparar un ensayo sobre los logros de la empresa y los planes futuros que se esperan obtener con el esfuerzo sistémico. El favor radica en la vergonzosa forma en la que se expresa su jefe de manera escrita - faltas horrorosas de ortografía, falta de ilación de ideas, etc-,pero como cabe señalar es su jefe - el preparado - y el debe de acatar las instrucciones al pie de la letra.
3:00 p.m. Marca al celular de su esposa y le comenta que no podrá llegar a tiempo al punto medio en donde suelen comer cotidianamente, debido a una importante misión de trabajo, a lo cual responde su cónyuge con un no te preocupes, ok gracias por entender responde instantaneamente, te amo afirma ella, se queda unos instantes callado, tenemos que hablar esta noche dice ella.
3:20 p.m. La oficina vacia, escritorios, computadoras, él ahí sentado junto a una coca-cola y un refrigerio previamente comprados minutos después de colgar el celular. Intenta escribir acerca de la misión encomendada, pero no logra acertar con las palabras. Aún ama a su esposa y ese te amo profesado por ella lo dejo aturdido por un instante, tengo que retomar la energía en mi relación porque está destinado al fracaso si llevo las cosas como hasta ahora van, se pronuncia en su mente. Mira por la ventana y una lluvia ligera se asoma por cielo con el sol de espectador abriendo camino a un lindo espectáculo que disfruta en silencio, transportándolo a la esencia misma de las cosas, ese estado en el que nos alejamos por un lapso determinado de tiempo y reflexionamos sobre nuestro actuar y lo que nos depará el futuro si seguimos en ese camino.
4:40 p.m. Decide mejor escribir una confesión a su mujer, la cual ha estado siempre a su lado,en las buenas y en las malas,dejando de lado sus sueños juveniles para unirse con amor y convicción a él, emprende el viaje entre artilugios y pensamientos atrapados en su mente para poder expresar de manera directa lo que ultimamente le ha venido aquejando el sentir...
5:30 p.m. La oficina nuevamente abarrotada de la multiplicidad de máscaras que llevamos muchos durante toda una vida, para encubrir nuestros defectos, errores, falta de convicciones,la fragilidad de la que estamos compuestos y un largo etcétera por recitar. Se siente más aliviado por la confesión que dá por terminada. Mira a su alrededor, y es atraído por las platicas de sus colegas, opina unos instantes,intercambia puntos de vista en cuestiones de trabajo y regresa en sí para dar por terminada la jornada laboral correspondiente al inicio de semana.
6:45 p.m. Sale del estacionamiento más aliviado, llega al semáforo en rojo y se dispone a escuchar algo de música de los beatles nuevamente, en el trayecto se vislumbra un hermoso atardecer digno de los espectadores que se toman la libertad de apreciar la diversidad de colores que el cielo nos regala. Sigue sintiéndose contento y en un arrebato de alegría llega a una florería,compra un ramo de flores para la que lo espera en casa. Suena strawberry fields forever y el sentimiento se desborda en lágrimas por su rostro.
8:30 p.m. Estaciona el auto, camina los 25 pasos hasta la puerta de su casa, mete la llave en el cerrojo y se dispone a entrar en su hogar. Todo le parece nuevo, los aromas, el color de las paredes, las cortinas amarillentas por el paso del tiempo, los muebles, la escultura. Deja sus cosas en el mueble y se dirige hacia la habitación, no ve a nadie, ¿está alguien en casa? preguntá, silencio y nada más...
8:45 p.m. Prepara café para dos, acomoda las flores en un jarrón que coloca en la mesa de centro, junto al mismo, la carta que redacto horas atrás. Marca al celular de su esposa, pero nadie contesta, otro intento y fuera de área, empieza a preocuparse y decide seguir esperando tomando café y viendo t.v.
9:30 p.m. Inquietado por las circunstancias, se dirige a su habitación y en el momento que se sienta en la cama para quitarse el calzado, percibe un sobre junto al buró, mismo que no miro minutos atrás. Se dispone a abrirlo y empieza a dar lectura a las líneas plasmadas en el papel.
10:15 p.m. Absorto de la magnitud de tales palabras, se levanta de un salto de la cama, no puede creer lo que acaba de leer, lágrimas se cristalizan por sus ojos porque de antemano era algo que esperaba por las circunstancias, se mira al espejo y no hay momento para analizar, para pensar, mucho menos para recriminar. Trata de repasar las líneas para detectar algún indicio de esperanza en ellas, pero solo se concentra en las últimas palabras las cuales le laceran el corazón y la razón.
Es la rutina y tú forma de actuar la causa que me ha llevado a tomar tal decisión, lo siento...




2 comentarios:

El Clavado dijo...

me alegro en ser el primero en escribir. chido por el cuento, si lo disfruta, siga leyendo y escribiendo mucho. recuerde que adquirir el conocimiento sólo por adquirirlo puede ser dañino, más bien debe estar encaminado a la búsqueda de la sabiduría.
comparto este fragmento de un libro que estoy leyendo orita, podría ser la continuación de su cuento.

Todas las noches el mudo caminaba solo por la calle durante horas. A veces las noches eran frías, por los penetrantes y húmedos vientos de marzo, o llovía copiosamente. Pero esto parecía no importarle. Su paso era agitado y siempre llevaba las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Sin embargo, con el correr de las semanas, los días se volvieron calurosos y lánguidos. Su agitación dio paso de manera gradual al agotamiento y adquirió una expresión de profunda seriedad. En su rostro se reflejaba la melancólica paz que suele verse en quienes sufren mucho o son muy sabios. No obstante, continuaba deambulando por las calles de la ciudad, siempre solo y en silencio.

Paco Payán dijo...

Gracias carnalito, haber que demonios sale de nuevo en mi próxima neurosis adictiva.Nos vemos al rato para quemar unos cd's