4:50 p.m.

Diez para las cinco de la tarde, miré el reloj de pared que se encuentra al lado derecho del escritorio. Garabateo con el lapicero en mi libretilla de notas,teléfono, paso la llamada a mi superior, sigo jugando con la tinta sobre el papel. La tripa me recuerda que ando hambriento, acto seguido la señorita de contabilidad hace su aparición en la oficina, ojos muy lindos, cabello corto, piel blanca, manos delicadas, aroma exquisito, labios antojables y llamativa por donde se le vea.


Entrega unos oficios, sello de recibido (sonríe para mis ojos embelesados). Platicamos durante el trayecto hacia la cafetería, carcajea con mis atinados comentarios, quedamos en salir por la noche, en la velada nos insinuamos el gusto por ambos, juntamos los labios en una aventura sin propósito alguno, renovando las ganas de llegar quién sabe a dónde, me abraza timidamente, nos vamos por la noche tomados de la mano.


Observo como se aleja de la oficina contoneando su femenino cuerpo (me agrada mucho), INTERRUMPEN DE GOLPE MI FUMADA MENTAL y llevo los oficios segundos atrás sellados con mi jefe para revisión. Guardo mis cosas en la gaveta, el Lic. Figueroa se acerca delirando mi entrada a la quiniela de la liguilla ($100 p/p a ganar $2,000), gracias pero mejor pa'la otra. Ya no aguanto el hambre, al rato que llegue a mi casa -pienso- comeré como bestia enjaulada, abro el solitario, no acabo la partida, reviso las actividades de la semana, suena el teléfono again, tomo nota (ya será mañana compañero). Al rato quiero una cerveza y cotorrear con la banda, juego con el lápiz, se cae del escritorio (ahí que se quede).


Me avisan que mañana tengo que ir a Veracruz a corroborar si el parque vehícular comprado está al pie del cañón, perfecto!! (asiento con la carota), carretera-salir de las horas nalga-andar lejos. Cinco en punto, hora de la retirada, nublado desde la ventana, tomo la chamarra, me despido, circulo el pasillo hacia el checador mientras reclama mi estómago que le tire algo de combustible.

De elucubraciones,encuentros y antojos

Andaba en el centro de la ciudad buscando la edición especial de "marvel zombies vs army of darkness", finalmente la localizé y compré en el acto. Prosigo mi turisteada y no puedo sacar de mi cabeza in rainbows (radiohead) de mi cabeza -me ha caído perfecto para cerrar el año-. Los días transcurren vertiginosamente, caigo de la resbaladilla y estoy en pleno noviembre a punto de finalizar el año,¿qué ha pasado en el trancurso?. Como ando de antojos, me llevo a la boca un chocolate mientras pienso en esas cuestiones y la tarde se distorsiona entre el bullicio.


El amor se me antoja posible-distante al encuentro de un amigo y su novia, entre saludos, risas y abrazos decidimos ir por unas cervecitas para ponernos al tanto de nuestras vidorrias. La plática discurre sobre el nuevo cd de los killers, que si radiohead viene a México pero ya se agotaron los boletos, magistral el absolution de muse y su black holes, su viaje a real de catorce -lo cual vuelve a llamar mi atención porque se suma a comentarios que he recibido-, que unos amigos ya se casaron y otros ya tienen hijos, asiento para acompañarlos el domingo a cortar un pino para el diciembre que está a la vuelta de la esquina. Se besan tiernamente entre arrumacos y miradas que sólo las parejas pueden descodificar a la luz de los demás(me da gusto ser espectador de las cosas simples).


Cuarta ronda, risas, surgen comentarios irónicos sobre temas de interés socialité y demás tonteras inherentes al materialismo abrumador. Llegan a la mesa dos amigos más, previa llamada elaborada por Martha (novia de Isidro) media hora atrás. Mato el antojo de un cigarro con la primera bocanada y todo se torna como los viejos tiempos donde los sueños juveniles juntaban los ideales propios de la pubertad. Lo único que dejó el pretérito son estas sinceras carcajadas y el alcohol frecuentado cada quien por su lado. La amistad me parece más auténtica que nunca inmerso en este encuentro inesperado, puntos de vista propios y ajenos con respecto al amor se hacen presentes. Cada día pienso más que la fe es cuando llevamos en la cabeza y corazón algo que tiene sentido.


Llegó la hora de retirarse entre buenos deseos, reunión próxima semana, números de teléfono para no perdernos demasiado. Me fuí caminando con Marce por el centro mientras refería historias de su maestría en el DF, lo cual la mantiene muy locuaz porque está en el apartado de historia del arte y se le hace bolas el barniz con tanta información y referencias. Un abrazo nos alejó por la iglesia de San José y tomé la ruta hacia mi casa. El frío de madrugada cala bastante en mi rostro, estoy contento después de todo y el ipod me invita a elucubrar : I'am all the days that you choose to ignore, I'am all the days that you choose to ignore, camino pensando qué es lo que realmente sigo extrañando...

El señor 42


Resulta que mientras espero el autobús para ir al trabajo, aprovecho para ver parte del amanecer en el horizonte (espectáculo que día a día le tomo más cariño). A eso de las 5:45 de la mañanuca entre el frío y el bostezo ya estoy ubicado en mi asiento correspondiente. Llama mucho mi atención el señor del asiento 42, bajito, algo regordete, sereno, correcto, canoso y muy metido en su mundo. Parece que una burbuja lo mantiene aislado del resto.

Todos los días va leyendo algo parecido a una biblia en formato de bolsillo, no distingo bien, pero tiempo después cambia a otro libro que contempla junto a la ventana. Sólo externa saludos protocolarios a los demás pasajeros -no más-. Guarda cuidadosamente la lectura en su portafolio, siempre es el último en bajar la escalinata hacia la acera y sin más se pierde entre los que darán inicio a la jornada laboral.

Finalizado el tiempo reglamentario para comer me fumo un cigarro mirando el mar desde la entrada a la oficina -me agrada mucho la vista desde ese lugar, allá se denota calma y belleza; mientras acá todos se esfuerzan por subsistir-. El señor 42 se encuentra sentado en el descanso de los escalinatas que llevan al estacionamiento leyendo ese libro nuevamente, tranquilo, muy dedicado lo encuentro, me intriga mucho lo que mantiene fija su atención y he pensado hacer plática, desisto,no me gustaría interrumpir su concentración. Regresa por su ruta acostumbrada hacia su edificio y se esfuma hasta la hora de regreso a Xalapa.

Hace un rato en el pasillo del transporte alcanzé a escuchar lo que espetó un trabajor: siempre leyendo, siempre leyendo; interrumpí a los hives de mis oídos y con gracia escuché al señor 42 diciendo: así es compañero, el cerebro es un músculo que cotidianamente tenemos que ejercitar. Se encontraron nuestras miradas y brotó una sonrisa singular entre ambos. Regresé a la música mirando la carretera, aún no sé cómo se llama, pero ya me cae muy bien el señor 42.